Por Carolina Verduzco Ríos
La falta de información causa muertes, la desinformación produce crímenes y tiene autores
Cuando es bien sabido que “el miedo va a causar más muertos que el coronavirus” lo lógico sería que se combatiera el pavor que hay en la sociedad tanto como se está luchando para evitar la transmisión del virus.
No me refiero sólo a las muertes que generará la recesión económica y a la relación de ésta con el miedo provocado con base en exageraciones y falsedades. Fenómenos vinculados al ambiente de pánico que tiene su origen en los países más poderosos son las agresiones a los trabajadores de la salud, a las personas que se supone que podrían o realmente padecen de la enfermedad, la xenofobia que se está incrementando, e incluso el suicidio de personas que por dar positivo en una prueba de Coronavirus ya cobró su primera víctima conocida en una comunidad de Chiapas.
La exageración del problema epidemiológico fue el punto de arranque de la reproducción del miedo. Los pronósticos desmedidos de instituciones académicas y centros de investigación de países imperiales muy desarrollados, aunados a los presagios de mandatarios impactaron de manera muy contundente en los “creadores de opinión” de países como México, los cuales reproducen a su manera, el sentido de los mensajes aterradores trasnacionales.
Aunque la mayoría de los mexicanos no supimos los mensajes concretos de los científicos y los políticos de los países centrales, sí fuimos contagiados por el terrorismo informativo de los conductores de un sinfín de programas televisivos y radiofónicos, columnistas y articulistas de medios impresos que demandaban que se tomaran las medidas semejantes a las que se estaban tomando en Europa y le atribuían –y le siguen atribuyendo– al gobierno mexicano estar con los brazos cruzados ante el inminente desastre.
La suspicacia infundada de que se está ocultando información sobre personas contagiadas y fallecidas se expresaron desde los primeros momentos en los medios de comunicación y a través del rumor fueron creciendo y siguen aumentando.
El gabinete del sector de la Salud del gobierno, empezó a informar sistemáticamente sobre el trabajo que estaba realizando desde el momento mismo en que se supo del brote en China. Las conferencias diarias a cargo del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud. Hugo López Gatell han resultado muy útiles y aleccionadoras para una parte del sector que las atiende regularmente, pero los prejuicios políticos hacen que a otros sólo les interese encontrar un motivo para alentar la desconfianza, descalificar lo que se informa y desestimar la pertinencia de lo que se está haciendo.
Naturalmente que también se vale y es necesario tener una visión crítica y emitirla, exigir lo que se tenga que reclamar, demandar que se atienda lo que se considere desatendido y hacer propuestas alternativas para encarar el problema epidemiológico.
Si no se tiene la posibilidad inmediata de impulsar exitosamente las propuestas alternativas, es prudente esperar; posteriormente habrá tiempo para analizar si la estrategia que se siguió en todos los países –y que consistió en el confinamiento domiciliario y la suspensión de labores– fue la mejor o la única posible. Pero esto es distinto a decir, por ejemplo, que la desatención del gobierno es tan grande que los médicos del IMSS “están cayendo como moscas” en Baja California por la falta de equipos de protección y que lo mismo le está pasando al resto de la población. Dicho esto por el propio gobernador de ese estado, adquiere mayor relevancia y los rumores se intensifican.
Los primeros sembradores del miedo en el mundo.
Los pronósticos que inicialmente se dieron en el mundo, generando una pandemia de pánico han resultado ridículamente falsos y hay que difundir esto.
Neil Morris Ferguson, prestigiadísimo epidemiólogo y director de un equipo de investigación del Colegio Real de Londres declaró que habría, 510 mil muertos en Gran Bretaña, luego dijo que siempre no, que la cifra sería de 20 mil, o sea, ¡un 3.8 % de su pronóstico inicial!, La excusa fue que el cambio de su pronóstico se debió a que se aplicaron las medidas de confinamiento para que creciera menos el contagio, pero el miedo ya lo había generado y es difícil saber cómo haya impactado –así sea de manera indirecta– en México y en otras partes del mundo el pavor que produjeron sus declaraciones.
No sería ocioso difundir con amplitud la inconsistencia y lo ridículo de los pronósticos catastróficos que ya se reconocen como exagerados y los que se siguen haciendo por razones políticas, como las del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, quien declaró que estamos ante “la mayor amenaza a la humanidad desde la Edad Media”.
Y no habría que olvidar que en EU se pronosticaron 2.2 millones de muertos “a menos que el gobierno tome las medidas de precaución”.
Las exageraciones de muchos “intelectuales”, periodistas, y demás hacedores de opinión trasnacionales y nacionales sobre lo que se aproxima se ha estado reproduciendo por mecanismos consientes y no conscientes en grandes sectores de la población en nuestro país. El pánico ha contagiado a muchas más personas que el virus.