Ante las infames declaraciones del aprendiz Videgaray

Al pueblo y gobierno de la República Bolivariana de Venezuela

Al pueblo latinoamericano.

A los pueblos del mundo.

Al Congreso Nacional Indígena

A la Sexta Nacional e Internacional

A los medios libres, tercios compas, o como se llamen

Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz. Esta es quizá la frase más emblemática de Don Benito Juárez García, presidente de México que debió enfrentar la invasión extranjera promovida por malos mexicanos apátridas y entreguistas. Esta frase es considerada una máxima en las relaciones de México con el mundo.

En 1930, el Lic. Gerardo Estrada, entonces Secretario de Relaciones Exteriores, redactó la doctrina mexicana, que manifiestamente se opone al intervencionismo y a la injerencia en asuntos internos de otras naciones. Más que por el nombre dado por el autor, se le conoce por el nombre del mismo, Doctrina Estrada.

Estas ideas marcaron dignamente la política exterior mexicana durante el siglo XX. Si bien al interior los gobiernos postrevolucionarios se caracterizaron por su autoritarismo y corrupción, en el ámbito externo eran dignos de alabanza por su respeto a las demás naciones y por la firmeza con la que se defendía la soberanía nacional ante los intentos injerencistas de naciones enemigas.

No obstante, con la entrega pactada de nuestra soberanía al imperio yanqui, hemos sido testigos de capítulos verdaderamente bochornosos de una burda alineación con los designios del amo. Desde el “comes y te vas”, del nefasto y mentalmente inestable Vicente Fox, debidamente respondido por el Comandante Castro con la difusión pública de tal afrenta; pasando por los ataques del alcohólico Felipe Calderón contra la Venezuela bolivariana, y la contundente sentencia del Comandante Chávez: “no se meta conmigo caballerito, porque sale espinado”; hasta la vergonzosa actuación por estos días del aprendiz Luis Videgaray. En todas estas oportunidades hemos visto la participación “solidaria” de toda la clase política, así le llamamos aquí a los lastres, apoyando a los ofensores. Entonces olvidan las simulaciones de presuntas oposiciones y se respaldan en aras de un pretendido e hipócrita nacionalismo. Así fue que rechazaron el ataque a la diplomacia por parte del Comandante Fidel al divulgar las ofensas de que fue objeto, o bien las “ofensas” del comandante Chávez contra la figura presidencial del bocón Calderón. Ahora hasta el que habla con Juárez lanza un ataque calificando como preso político a un conocido criminal, responsable de graves faltas a la paz social y arropa en su partido, entre otras celebridades, a paramilitares que han atacado a compañeros bases de apoyo zapatistas. Al momento de servir al amo imperial, no hay izquierdas ni derechas, solo dóciles súbditos.

¿Con qué representatividad osa abrir la boca el aprendiz Videgaray para atacar a los pueblos hermanos de Nicaragua y Venezuela, cuando, por lo menos, 9 de cada 10 mexicanos rechazan al gobierno del usurpador e ignorante Enrique Peña Nieto?

¿Cómo se atreven a retener al analista Atilio Borón, crítico implacable y ejemplo de dignidad y veracidad, reduciendo su figura a la de viles peones imperiales?

El aprendiz Videgaray haría bien en preocuparse por el riesgo que significa ser periodista en México, donde tan solo en lo que va de este mes han sido asesinados tres de ellos, antes de indignarse por la presunta falta de libertad de expresión en Venezuela. Por cierto, ¿ha notado el aprendiz cuántos micrófonos y cuántas cámaras rodean a los presuntos opositores cuando dan alguna declaración acusando tal falta de libertad?

Está muy bien que se preocupe el aprendiz de canciller por los miles de muertos, desaparecidos, presos políticos, desplazados, despojados, torturados, por el gobierno. Es muy positivo que le indignen los feminicidios, los infanticidios, el tráfico de personas, órganos o drogas. Pero se confundió, con eso de que está aprendiendo, y no se fijó que esa realidad corresponde a México y no a Venezuela.

Los ataques a Venezuela. Nicaragua, Cuba o Ecuador son ataques a todo el pueblo latinoamericano y se dan en un contexto de creciente tensión regional promovida por el imperio yanqui, utilizando a sus agentes, como el sicario Luis Almagro, el pelele Kuczynki y el aprendiz Videgaray. Al mismo tiempo, las dictaduras de la región, proclives al imperio, intensifican sus campañas represivas e intimidatorias, mientras aceleran la entrega de lo poco que aún no ceden al capital trasnacional. Así, en México, el mal gobierno militariza los territorios indígenas; encarcela o asesina a líderes que defienden a sus comunidades o la ecología; desplaza comunidades por medio del ejército o de bandas paramilitares para saquear los recursos naturales; impone proyectos altamente nocivos recurriendo a la compra de voluntades, al engaño o al crimen; ante el avance de la organización popular, promueve una legislación proto fascista para atacar la protesta social y la organización como crímenes equiparables al terrorismo y fortalece la imagen de la oposición simulada, buscando contener el avance de la organización real y encauzar la indignación por los canales que convienen al gran capital. Y entre tanto, prepara la entrega del agua a empresas sionistas, y arrecia la campaña para reventar los sistemas educativo y de seguridad social.

Sabemos que los oligarcas sus peones no podrán aceptar nunca que un pueblo digno se rebele y busque construir su propio camino, cometiendo sus propios errores, pero alcanzando sus propios avances.

Con esto debe quedar claro que el pueblo de México no se hace eco de las palabras del aprendiz Videgaray. Lejos de eso, rechazamos y repudiamos sus declaraciones y su papel servil al imperio. Nosotros, como pueblo, saludamos a la Revolución Bolivariana, con sus inevitables contradicciones y pifias, normales en todo proceso revolucionario, y les decimos que no están solos. El pueblo mexicano también es bolivariano. Reconocemos sus logros, aunque tengamos eventuales diferencias, sin que ello signifique la intención siquiera de interferir en su proceso. Rechazamos categóricamente la política intervencionista del imperio yanqui-sionista y el papelón de sus lacayos.

Repudiamos la campaña mediática que busca satanizar al proceso de Revolución Bolivariana y provocar conflictos regionales que sirvan de pretexto a una invasión militar o paramilitar.

A los infames bufones del imperio les decimos con toda claridad: ¡Venezuela se respeta!

A nuestros hermanos bolivarianos de toda la Patria Grande les reiteramos: ¡No están solos!

¡Alto al intervencionismo yanqui!

¡No a la OEA, sí a la CELAC!

¡Fuera yanquis de América Latina!

¡Viva la Revolución Bolivariana!

¡Vivan los pueblos latinoamericanos!

¡Chávez vive, la lucha sigue!

Armando Soto

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