El 20 de noviembre de 1945 iniciaron los juicios de Nürenberg, a los cuales fueron sometidos 24 importantes jefes nazis, entre quienes estaban Rudolf Hess, Hermann Göring y Joachim von Ribbentrop. Al margen de los cuestionamientos legales que se han suscitado con respecto a estos juicios, se buscó castigar a algunos de los culpables de los crímenes más delesnables registrados en la historia de la humanidad. Además de la justicia, se buscaba garantizar que tales crímenes no se repitieran. Incluso se declaró posteriormente el 27 de enero como el Día Internacional de las Víctimas del Holocausto, para recordarnos permanentemente que el nazismo cobró la vida de alrededor de 5.1 millones de judíos, 1 millón de gitanos (desapareciendo incluso uno de sus seis grupos étnicos), así como minusválidos, homosexuales, negros y opositores políticos, especialmente socialistas y comunistas.
Siete décadas después, vemos tristemente que tan espantosos crímenes no solo se han repetido, sino que forman parte de las tácticas de invasión y despojo impulsadas por los mismos que realizaron aquellos juicios, como hicieron en Yugoslavia, hoy fracturada, llena de odio y en manos neoliberales. Ese es también el caso de Palestina, que, incluso desde antes de la barbarie nazi, sufre una invasión colonial fascista y sometida a una perversa combinación de limpieza étnica, apartheid y colonialismo, justo por aquellos que han pretendido monopolizar la tragedia provocada por el nazismo y convertirla en una industria que lo mismo genera beneficios económicos que les ha representado una carta de impunidad para cometer crímenes similares e incluso peores.
En la conmemoración del Día de la Tierra (30 de marzo) en este 2018, los palestinos plantearon una gran manifestación pacífica llamada “la Gran Marcha del Retorno” y que se prolongará por varias semanas. Esta manifestación está siendo atacada por uno de los ejércitos más poderosos del planeta y autodenominado “ejército moral”, empleando para ello municiones expansivas y posiblemente fabricadas con fósforo blanco, disparando contra hombres, mujeres y niños inermes. Así como Hitler condecoraba a sus criminales por los asesinatos que cometían, hoy, el nuevo jefe nazi, Benjamín Netanyahu, se congratula por los cobardes crímenes de su “ejército moral”.
Ante estos harteros crímenes, nosotros manifestamos que:
- Para nosotros, el sionismo no representa al pueblo judío, sino que se erige como heredero del nazismo, el franquismo y el fascismo italiano, y atenta contra la noble y digna historia de ese pueblo.
- Condenamos los ataques sionistas contra nuestros hermanos palestinos como crímenes de lesa humanidad.
Llamamos a los pueblos del mundo a sumarse a la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) en apoyo al pueblo palestino. - A los gobiernos del mundo, los llamamos a condenar estos crímenes y emprender acciones contundentes para dar fin a la ilegal ocupación colonial fascista europea de Palestina. Estas acciones deberán encaminarse al apoyo irrestricto del pueblo palestino y el aislamiento del régimen sionista, a través de la adhesión abierta y decidida al movimiento BDS. El honor y la defensa de la vida así lo demandan y el derecho internacional lo exige.
- A la Organización de las Naciones Unidas le exigimos acciones más decididas. No basta con tibios llamamientos a “la mesura”. ¿Pedirían a Hitler, Himmel y demás bestias nazis que mostraran mesura en los campos de exterminio?
- Al pueblo palestino le decimos que no están solos. Su ejemplo de valor y dignidad son una vitamina que alimenta a todas las causas justas del mundo. Nosotros sentimos muy hondamente su lucha y ésta nos alienta día con día. Apoyaremos siempre a Palestina, hasta alcanzar su completa libertad.
¡Alto a los crímenes de lesa humanidad del sionismo!
¡Abajo el régimen sionista!
¡Viva Palestina libre y entera!
Mexicanos Unidos.